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viernes, 5 de noviembre de 2021

Macaron


Esta es la receta del chef patissier Mauricio Asta para hacer macarones perfectos. A esta base, se le puede agregar el color comestible que cada uno desee, acorde al relleno que se elija. 

Ingredientes

Tapitas de Macaron

  • 250 g de polvo de almendras
  • 250 g de azúcar impalpable
  • 180 g de claras (6 unidades)
  • 250 g de azúcar común
  • Cantidad necesaria de colorante comestible

Preparación

  1. Tamizar el polvo de almendras con el azúcar impalpable. Este paso se llama Tant Pour Tant y se abrevia TNT.
  2. Colocar 250 g de azúcar en una cacerola pequeña y cubrir apenas con agua. Llevar la cacerola a fuego suave y cocinar hasta lograr un almíbar a punto “bolita dura” (118º a 121º).
  3. Cuando el almíbar esté listo,  batir 90 gramos de clara a punto nieve. Agregar el almíbar muy lentamente sobre un lado del bol. Recordar que en caso de utilizar batidora de mano, es muy importante llegar a toda la preparación. Batir hasta que, al tacto, el bol se encuentre a temperatura ambiente.
  4. Cuando el merengue esté montado y firme, añadir el colorante.
  5. Agregar 90 gramos de clara al TPT hasta lograr una pasta que será densa, de una textura poco habitual para pastelería. No te preocupes, así tiene que quedar.
  6. Dividir el merengue en dos partes iguales. Agregar el TPT a una de las partes revolviendo enérgicamente hasta lograr una textura densa y homogénea. Agregar la segunda parte del merengue hasta integrar. De acuerdo a la textura lograda, proceder al macaronage (quita de aire mediante movimiento de espátula).
  7. Sobre una placa con algún antiadherente hacer botones de 3 centímetros de diámetro con la ayuda de una manga con pico liso. Posiblemente en el siguiente paso, se expandan y agranden. Al mismo tiempo se alisará la superficie espontáneamente. Tal vez sea necesario golpear suavemente la placa sobre la mesada.
  8. Llevar la placa al horno a una temperatura baja, 140° por 12 minutos.

Macaron de frambuesa

Ingredientes

Ganache de Frambuesa

  • Esencia y colorante, a gusto
  • 125 g de pulpa de frambuesa
  • 50 g de miel
  • 50 manteca
  • 250 g de chocolate blanco

Preparación

  1. Llevar la pulpa de frambuesas junto con la miel a hervor.
  2. Verter sobre el chocolate finamente picado, incorporar la manteca.
  3. Revolver y homogeneizar hasta generar una textura bien lisa. Licuar con mixer.
  4. Verter la crema en una manga descartable y enfriar.
  5. Llenar una tapa de macaron con la crema y aplastar con otra.

lunes, 3 de febrero de 2020

Macarons (Macarrons) - Receta

Ingredientes:
  • 110 g de harina de almendras (o almendra molida)
  • 220 g de azúcar glas
  • 3 claras de huevo envejecidas (deben pasar al menos una noche a temperatura ambiente tapadas con papel film)
  • 30 g de azúcar 
  • colorantes en gel
Elaboración:
  • Tamizamos la harina de almendras junto con el azúcar glas, repetimos el proceso unas tres o cuatro veces, si tenemos robot de cocina con accesorio picador también podemos utilizarlo antes de tamizar (si lo utilizásemos, sólo tendríamos que tamizar una o dos veces). Reservamos.
  • Batimos las claras envejecidas a velocidad máxima (como he indicado en los ingredientes, para envejecer las claras hay que dejarlas fuera de la heladera durante toda la noche a temperatura ambiente en un bol tapado con papel film). Cuando empiece a salir espuma añadimos los 30 g de azúcar blanco.
  • Seguimos batiendo a velocidad máxima. Cuando estén a punto de montarse las claras le añadiremos el colorante en gel, la cantidad dependerá del tono que queramos conseguir, tener en cuenta que el color siempre bajará un poquito al hornear. Seguimos batiendo hasta que las claras estén montadas, lo sabremos porque se quedan dentro de las varillas y se forman unos piquitos al batir.
  • Ahora pasamos a uno de los puntos clave de nuestros macarons: el macaronage si no hacemos bien este paso podemos estropear nuestros macarons. Así que tomar nota: en el mismo cuenco añadimos la mitad de la mezcla de las almendras + azúcar glas y mezclamos con una espátula grande. Integramos con movimientos envolventes, veremos que las claras empezarán a bajarse. Cuando esté integrado (no hace falta que esté perfectamente integrado), añadimos la otra mitad y seguimos envolviendo nuestra mezcla. Apretamos con la espátula las paredes del bol para aplastar los grumos de almendra y seguimos envolviendo y envolviendo.
  • Foto de la Web

    Es en este momento en el que debemos tener sumo cuidado, no nos debemos pasar de mezclado pero tampoco debemos quedarnos cortos, es decir, si al coger un poco de mezcla con la espátula ésta cae como si formara una cinta, entonces está perfecto. Éste es el llamado punto de cinta. Es mejor quedarse un poco corto que pasarse de cinta. Si nos pasamos quedará una mezcla demasiado líquida y no saldrán los macarons.
  • Pasamos la mezcla a nuestra manga pastelera y formamos los famosos macarons. Es importante que tengan todos el mismo tamaño. entre uno y oro hay que dejar espacio porque luego la mezcla se expande.
  • Cuando ya los tenemos todos hechos le damos unos golpes por la parte de abajo para que las burbujas que se hayan formado salgan a la superficie.
  • Dejamos secar a temperatura ambiente hasta que la capa de arriba quede seca y lisa (no presionemos demasiado porque se romperán). El tiempo puede depender de muchísimos factores, en invierno por ejemplo pueden tardar hasta tres horas en secarse, en cambio un día de calor pueden tardar 20 minutos. 
  • Una vez esté seca la superficie encendemos el horno a 150ºC. Cuando esté caliente los ponemos en el centro del horno con calor arriba y abajo (mejor sin aire) y horneamos unos 13 minutos. A mitad de horneado abrimos la puerta del horno para dejar salir el vapor. Si ven que se tuestan por la parte de arriba demasiado entonces debemos bajar un poco la temperatura y viceversa. Los macarons deben tener un pie (es la parte esponjosa que aparece, éste sube durante el horneado y no debe bajar, cosa que a veces inevitablemente pasará mientras hagamos prácticas). Sabremos que los macarons están listos cuando la superficie esté endurecida y la base pueda despegarse.
  • Dejamos enfriar fuera del horno todavía en la bandeja y no los quitaremos hasta que no estén completamente fríos. Podemos rellenar con infinidad de recetas, mermeladas, dulce de leche, cremas, etc.
Los macarons deben tener un interior cremoso y esponjoso (no deben quedar huecos), el pie (parte esponjosa exterior) debe ser rugoso y estar bien formado. La concha o coquille (superficie) debe ser lisa firma y tener un aspecto satinado. Para llegar a conseguir un macaron perfecto deberemos practicar más de una, dos y tres veces esta receta de macarons.

Macarons (macarrón)

El macarrón (del francés macaron, y este a su vez del italiano maccarone) es un tipo de galleta tradicional francesa hecho de clara de huevo, almendra molida, azúcar glas y azúcar. De origen italiano, el dulce se dio a conocer en el siglo XVI, surgiendo del horno del pastelero de la corte francesa como cúpulas redondas con base plana, y en el siglo XIX se empezaron a unir de dos en dos con un relleno entre medio. Los macarons se hacen de una amplia variedad de sabores, según la confitería y la época del año.

Los macarons actuales son pastelitos hechos de dos galletas y una crema o ganache entre ambas, y no deben confundirse con los dulces de nombre parecido llamados macaroons, que son dulces densos hechos con almendra y clara de huevo o con una pasta de almendra gruesa.

El término 'macaron' o 'macarrón' deriva de la palabra italiana maccarone en el italiano de Sicilia, que en el siglo XV designaba una pasta seca en forma de bolitas, parecido al moghrabieh de Oriente Medio.

Antes del siglo XVI, el macaron se confunde con la forma maccarone, su antepasado lingüístico, que designaba diversos tipos de pasta seca cocida en un líquido. De ahí que a veces surja la dificultad de saber a qué producto se refieren las fuentes históricas. El macaron como pasta dulce hecha a base de almendra apareció en la Edad Media, diversificándose hasta alcanzar nuevas formas y nuevos sabores.

Oriundo de Italia, el macaron pasó a Francia en el Renacimiento, cuando la reina Catalina de Médici mandó ofrecer maccarone a los convites de la boda del duque de Joyeuse en París en 1581. Este habría llevado la receta al pueblo de Joyeuse, en el actual departamento francés de Ardèche, donde se sigue confeccionando bajo el nombre de «macaron de Joyeuse».

El macaron en el diccionario enciclopédico
de Albert Seigneurie, publicado en París en 1904.
Extraña que Nostradamus no hiciera mención del dulce en su Traité des Fardements et Confitures, publicado en 1552. Si bien lo cita el insigne Rabelais en su obra Le Quart Livre, publicado el mismo año, su origen sigue siendo un misterio.

Algunos textos recogen una receta parecida que se extendió con el nombre de ghouryeba o ghriba por la región de Marrakech en época del sultán almorávide Yusuf ibn Tašufin. La misma receta aparece en Siria en el siglo XV bajo el nombre de louzieh.

Al principio este dulce constaba de una única cara, y varias ciudades francesas pretenden que nació dentro de sus muros y múltiples leyendas se crearon alrededor de este dulce a base de almendra, azúcar y clara de huevo, crujiente por fuera y blando por dentro.

Algunos afirman que este ‘ombligo del monje’ (Larousse Gastronomique) fue creado en 791 en un convento cerca de Cormery, otros dicen que Catalina de Médicis lo llevó desde Italia. La primera receta de macaron figura en una obra que se remonta a principios del siglo XVII.

En el País Vasco francés, el macaron apareció en San Juan de Luz gracias a la iniciativa de un pastelero, Adam, que regaló algunos a Luis XIV por su boda en 1660. Desde entonces, los descendientes del pastelero perpetúan la tradición. En la misma época, los maestros cocineros de la familia Dalloyau, cuyos descendientes fundarían en 1802 la casa gastronómica del mismo nombre, sirvieron macarons a la realeza de la entonces gobernante casa de Borbón en la corte versallesca, hasta la Revolución Francesa.

En Lorena, el macaron apareció bajo los auspicios de las Señoras del Santo Sacramento, con una receta que se ha mantenido secreta desde el siglo XVIII. La receta de los macarons de Boulay, fiel a la receta original, surgió en 1854. Estos manjares se caracterizan por una costra crujiente y un interior cremoso.

En la década de 1830 los macarons ya se servían de dos en dos con un relleno de mermeladas, licores y especias. El macaron popular en la actualidad es el macaron Gerbert, creado en los años 1880 en el barrio parisino de Belleville. A continuación, se dio a conocer al público gracias a dos establecimientos: el salón de té Pons del Barrio Latino de París, que ya no existe, y la famosa casa Ladurée, que a partir de mediados del siglo XX les dio un tono pastel u otro para diferenciarlos en función de su sabor. El macaron tal y como se conoce en la actualidad fue inventado por esa misma pastelería, que también introdujo la noción de «macarons del tiempo» para referirse a aquellos que están a la venta durante tres meses.

El macaron se ha confundido con frecuencia con el mazapán, dulce de almendra que difiere del macaron actual y pasado tanto por las proporciones de sus ingredientes, como por su sabor y su forma.

Su forma actual azucarada y sabrosa poco tiene que ver con los macarons de Lorena, que saben a almendra y tienen una costra crujiente y un interior cremoso.

Hoy, los macarons franceses se exportan y se elaboran en todo el mundo: se encuentran en Nueva York, Berlín, Tokio, Londres y América Latina.

A finales de la década 2000, aparecen macarons cuyos rellenos tienen un olor diferente a la masa:8 de melocotón-rosa, lima-albahaca, praliné-yuzu, café-spekulatius, pera-naranja, etcétera.

Una variante del macaron llamada makoron, que sustituye el cacahuete molido por almendra molida y se condimenta al estilo de los wagashi (se elabora principalmente con mochi -pastel de arroz glutinoso-, anko -pasta endulzada de judías azuki- y fruta.), está ampliamente disponible en Sendai (Japón).

Luxemburgerli de frambuesa
La Confiserie Sprüngli de Zúrich, en Suiza, vende luxemburgerli, que es parecido al macaron pero algo más pequeño y esponjoso. Consiste en dos galletas a base de azúcar con un relleno de crema en el centro. La diferencia entre macaron y luxemburgerli es que este último es más ligero y tiene una consistencia más vaporosa. Cada galleta tiene unos 2,5 cm de diámetro.

Se fabrican de muchos sabores: vainilla, chocolate, stracciatella, caramelo, avellana, champán, amaretto, castaña, mocha, canela, limón, mandarina o frambuesa. Algunos de los sabores de fruta están disponibles solo en temporada. Se conservan unos 3–5 días solamente, y deben mantenerse refrigerados.

Los luxemburgerli fueron ‘inventados’ por la repostera Camille Studer, quien llevó la receta a Zúrich tras confeccionarlos originalmente en una confitería luxemburguesa (Confiserie Namur) en 1957. Allí fue refinada la receta para un concurso de confitería. El nombre procede del apodo que un colega puso a Studer, cuya familia era oriunda de Luxemburgo. El nombre original, Baiser de Mousse (‘beso de espuma’ en francés), no resultaba apropiado para la nueva creación y se denominó Gebäck des Luxemburgers (‘galleta de luxemburgueses’), que en dialecto germanosuizo acabó en luxemburgerli (‘pequeños luxemburgueses’).


Ingredientes
  • 135 g de azúcar glas
  • 135 g de almendras molidas
  • 100 g de claras de huevo
  • 135 g de azúcar en polvo
Preparación
  1. Muela y tamice las almendras y el azúcar glas en partes iguales (Tant Pour Tant, TPT).
  2. Batir la clara de huevo a velocidad media hasta que esté espumosa.
  3. Agregue el azúcar en tercios, batiendo hasta que se incorpore cada adición.
  4. Batir en alto hasta que el merengue alcance la etapa de pico rígido.
  5. Incorporar el "tant pour tant" en el merengue (tamizando).
  6. Con ayuda de una manga disponer redondelas sobre un papel pergamino en rondas de 1 pulgada (2,5 centimetros).
  7. Dejar reposar 1-2 horas.
  8. Hornee a 150C / 300F por 12min.
  9. Dejar enfriar antes de retirar del pergamino, emparejar macarons del mismo tamaño y rellenar (con, por ejemplo, ganache).

viernes, 31 de enero de 2020

Teoría de los macarons

Una de las elaboraciones de pastelería que mas quebraderos dan a los que intentamos elaborarlos en casa son los macarons. Los macarons es la combinación de un merengue con una carga de frutos secos ( almendra, nueces, avellanas, pistachos, etc ). Una de las premisas que tenemos que tener en cuenta es evitar la perfección del macarons cuando comenzamos, pues aunque a nosotros nos parezcan que no están muy bien, seguro que están súper ricos, y os aseguro que en un inmenso numero de pastelerías y confiterías en Francia, no tienen ese acabado perfecto que andamos buscando pero sin embargo están deliciosos.
Para conocer este preparado debemos conocer una de sus bases: el merengue. Los macarons pueden elaborarse con distintos merengues: el francés ( claras batidas a temperatura ambiente a las que se les agrega una cantidad de azúcar), el italiano ( un merengue al que se le ha adicionado un almíbar entre 112ºC a 118ºC ), el suizo ( se atemperan las claras junto con el azúcar al baño maría sin sobrepasar los 60ºC para evitar la desnaturalización de las proteínas de las claras del huevo y se espuman templadas ), el japonés ( un merengue con una carga de almendra molida y un espesante tipo maicena )….Como veis tenemos numerosas combinaciones, tan solo es elegir a la que mejor se adapte a nosotros. Pero veamos los distintos elementos que conforman un macaron !!
LAS CLARAS DE HUEVO, LAS PROTEINAS Y LAS GLOBULINAS
Normalmente usamos el merengue francés y el italiano para realizar los macarons, pero cualquiera de los anteriores serían también válidos. Pero ¿ que problemas podemos encontrar a la hora de realizar un merengue ? Pues mirad, para ver los problemas que nos podemos encontrar cuando lo elaboremos, debemos ir al centro del producto, las claras y estudiar de que están compuestas y como interactúan con la temperatura, el batido, los ácidos…. Mirad, la clara de huevos es un líquido formado fundamentalmente por proteínas y posee un PH básico, es decir oscila entre un PH 8 a 8,2. De todas las proteínas que conforman la clara, solo unas, las globulinas, tienen una capacidad de unirse cuando las batimos y de retener las burbujas de aire cuando las levantamos con una varilla. Estas proteínas, las globulinas, tienen una cualidad, que poseen una carga negativa. Cuando batimos unas claras de huevo tal cual, sin nada, sin azúcar, sin sal, ni nada, las globulinas tienden a unirse, captan burbujas de aire y terminan formando una espuma mas o menos densa. Pero yo creo que a todos nos ha pasado que si las dejamos reposando una horita, al final vemos que en la parte de abajo de nuestro recipiente, se empieza a formar un líquido que no es otra cosa que la clara de huevo. Pues bien, esto es totalmente normal, ya que las proteínas al unirse por el batido tienden a repelerse como se repelen dos imanes del mismo polo. Para evitar este fenómeno físico, utilizamos una sal , cloruro sódico ( sal ), crémor tártaro ( sal que se  deposita en forma de posos en los barriles de fermentación del vino procedente del zumo de la uva ), zumo de limón ( ácido cítrico ), vinagre ( ácido acético )…. Esta incorporación del ácido hace que el líquido ( la clara ) se vuelva ácida, cambia su PH y la carga de las globulinas se pierde evitando así el efecto de REPELENCIA  permaneciendo estables. Como dato curioso, hace siglos se usaban vasijas de cobre. Los que hemos estudiado química sabemos que el material cobre posee dos protones ( 2 cargas positivas ) de forma que cuando se baten claras de huevo en este tipo de vasijas, las cargas positivas del cobre neutralizan las negativas de las globulinas dotándolas de estabilidad. Es en este caso que no tendremos que adicionar una sal ó ácido para estabilizarlas. Hoy en día a nivel industrial no se permite el uso del cobre. Así que siempre que levantemos unas claras necesitaremos una sal ó ácido para estabilizarlas ( sal, crémor tártaro, zumo de limón, ácido málico ó cítrico, etc )
CLARAS ENVEJECIDAS, CLARAS PASTEURIZADAS Y CLARAS DESHIDRATADAS
Muchas veces hemos leído distintas recetas con claras de distinta procedencia. Lo básico para cualquier merengue es tener unas claras que estén más o menos envejecidas o lo que viene a ser lo mismo deshidratadas. Es verdad que podremos realizar un merengue con una clara recién sacada del huevo, pero es infinitamente mejor si está ligeramente deshidratada. Para ello tan solo hay que sacar las claras del huevo, dejarlas varios días en un recipiente semi tapado en la nevera y estarán listas. La explicación física es muy sencilla, cuanto más carga de agua tengan las claras, más les costará a las globulinas unirse, pues tienen más peso, y el agua ( que es peso ) terminará haciendo reventar las burbujitas. Podemos usar las claras pasteurizadas sin ningún tipo de problema, ya que este tipo de claras están sometidas a un proceso de pasteurización que consiste en llevarlas a una temperatura que ronda los 60ºC durante unos minutos para eliminar cualquier traza bacteriológica. Este tipo de claras poseen las mismas proteínas aunque a veces pierden algo de propiedades pues pueden haberse desnaturalizado si en el proceso de pasteurización se superan los 65ºC ( recordad cuando freímos un huevo como la clara se vuelve blanca, a ese efecto visual le llamamos desnaturalización ). Por otro lado este tipo de claras las pasteurizadas están ligeramente deshidratadas por el proceso de temperatura a las que han sido sometidas, así que genial!!!
También encontramos las claras en polvo deshidratas. No se trata mas que claras pasteurizadas que se han deshidratado de forma industrial. Este tipo de claras suelen venir acompañadas de un montón de productos extras como almidones ( que evitan la humedad ), sales  ácidas ( que estabilizan las claras cuando agreguemos agua ), emulsionantes, azucares, etc. Este tipo de claras podemos usarlas sin problema para realizar merengues, pero al agregar la parte líquida volveremos a hidratarlas empeorando el buen resultado del merengue. En el caso del macaron a mi no me ha dado muy buen resultado pero se pueden hacer igualmente


BACTERIA DE LA SALMONELLA
TEMPERATURA DE LAS CLARAS PARA REALIZAR UN MERENGUE
La temperatura es básica a la hora de espumar unas claras. A nivel físico es normal, las globulinas no tienen la misma forma cuando están frías a cuando están a temperatura ambiente. Estas proteínas tienen forma de muelle y a menos temperatura estos muelles están encogidos, retraídos, con lo que al batirlos les costará un montón estirarse y unirse con las otras globulinas para capturar las burbujas de aire. Y al contrario, a mas temperatura estos muelles se volverán más elásticos y extensibles facilitando su unión y aumentando la capacidad de capturar estas burbujitas de aire. Por eso el merengue suizo es tan efectivo, porque las claras las atemperamos al baño maría sin superar los 60ºC, las proteínas están completamente estiradas y cuando las batimos se espuman de la mejor forma posible.
Cuando realizamos un merengue italiano ( incorporamos una carga de almíbar entre 112ºC a 118ºC a las claras que ya están espumadas ), cabe la posibilidad de desnaturalizar las proteínas. Para evitar este efecto debemos incorporarlo poco a poco sin dejar de batir, ya que con el batido incorporamos aire y éste le hará bajar la temperatura del almíbar sin que sufran las globulinas. Con este sistema obtenemos un doble beneficio, por un lado eliminamos cualquier riesgo bacteriológico ( a 60ºC pasteurizamos ) y damos cierta temperatura para que las proteínas se liguen a la perfección
BATIDO DEL MERENGUE
Otra fase importantes a la hora de realizar un merengue, es el batido. Muchos de los fracasos del macaron es la batida incorrecta de las claras. Cuando realizamos la primera batida, además de incorporar una sal ácida ( sal, crémor tártaro, etc ) o ácido ( limón, vinagre etc ) es incorporar de forma suave las burbujas de aire. Tenemos una mala costumbre de batir de forma enérgica las claras al inicio, lo que es un error pues el tamaño de las burbujas que incorporamos serán de un tamaño descomunal lo que no es bueno, pues a mayor tamaño de burbuja, menor resistencia, se rompen con mayor facilidad. Curiosamente las burbujas de aire más pequeñas son infinitamente más resistentes, lo que nos ayudará a subir nuestro merengue de forma mas homogénea. Cuando levantemos unas claras id despacio, a velocidad muy baja hasta que veamos que empieza a espumar ( nos llevará de 5 a 8 minutos, un rollo, pero es así como hay que hacerlo ) y en este momento aumentaremos la velocidad, pero velocidad media NUNCA ALTA. De esta forma cuando incorporemos nuestra carga ( harina de almendra, de nueces, de pistachos, almibares, etc ) no se romperán las burbujitas, obteniendo un conjunto homogéneo y aireado.
Por otro lado, hay un punto máximo de batida en ciertos merengues como el francés. Otra idea que tenemos es batir durante mucho tiempo porque pensamos que cuanto mas tiempo batamos mejor me quedará el merengue. También es un error. El merengue francés estará listo cuando veamos que quedan picos al levantar la varilla y esté brillante. Una vez alcanzado este punto no debemos seguir batiendo pues produciríamos el efecto contrario, las globulinas están muy estiradas y empiezan a romperse dejando escapar el aire.
MACARONAGE
Otra etapa crucial cuando realicemos un macaron es lo que en Francia se llama el macaronage. Consiste en agregar la carga de frutos secos con el merengue ( francés, italiano, suizo…) y debe realizarse con mucho mimo, realizando movimientos envolventes hasta integrar. Debemos incorporar una parte del merengue sobre la carga y mezclar con movimientos envolventes, luego otro poquito y mezclar con movimientos envolventes, otro poquito y mezclar…. Nuestra mezcla debe  estar perfectamente integrada pero sin estar demasiado trabajada, pues si nos excedemos perderemos las burbujas de aire que hemos incorporado en nuestra batida. Lo ideal es que al décimo  movimiento envolvente nuestra mezcla esté lista ( aunque esto no es una regla ). El punto exacto lo tendríamos cuando cogemos una cierta cantidad de masa con la espátula y al dejarla caer le costara un poco.
COLORANTES Y EL HORNEADO
Uno de los detalles que más enamoran al consumidor de macarons son sus colores vivos que incitan a su consumo y hacen adivinar de que puede ser su relleno. Los colorantes alimentarios son algo caprichosos y sufren mucho con la temperatura y el tiempo prolongado del horneado. Yo suelo usar colorante en polvo pues evitan incorporar líquido a las claras ( lo que le ayudará a las proteínas a ligarse mejor ) y suelen comportarse mejor durante el horneado. No obstante dependen de las marcas. Hay colorantes en gel con una pigmentación muy buena y estable que soportan genial el horneado. Lo que es muy interesante es que estos pigmentos no suelen soportar temperaturas superiores a 165ºC durante mucho tiempo. Por eso vais a ver que los macarons ( entre otras razones ) se hornean entre 90ºC a 160ºC como máximo.
Un buen momento para agregar los colorantes, es cuando estemos acabando nuestro merengue. Al tener una textura húmeda resultará más fácil que si los agregamos al final, durante el macaronage
COQUILLE LISA Y BRILLANTE
La coquille es la parte de arriba del macaron, la concha ( traducción ) y ésta obsesiona a muchísimas personas. Como os dije al inicio del POST, cuando empecéis a elaborarlos, no debéis obsesionaros, debéis ir cogiendo soltura con los merengues, con el macaronage y otros detalles muy importantes. No obstante una coquille lisa y brillante es mucho más atractiva que una rugosa. Para obtener una coquille lisa tan solo hay que tener en cuenta que debemos usar un polvo de almendra muy fino y seco. A mi me gusta mucho la almendra molida del MERCADONA porque es muy poco grasa y queda genial. Aunque también podéis picar la almendra entera junto con el azúcar glass hasta que quede una harina fina. En este caso no hacerlo de forma continua ni por mucho tiempo ya que podrían salir los aceites esencailes de la almendra y nos quedaría un conjunto graso. Para ello cuando realicemos el ” TANT POUR TANT ” ( la mezcla inicial en la que mezclamos azúcar en polvo y la almendra ), debemos pasarlo varios segundos varias veces por un robot procesador, para terminar de reducir al máximo las partículas de la carga. Debemos prestar máxima atención a esta etapa, pues los frutos secos al someterles al efecto de las aspas, y por tanto a la fricción ( produce calor ), podrían engrasar el conjunto empeorando nuestro ” TAN POUR TANT “. ¿ Y que le suceden a las burbujitas cuando le metemos una carga con mucho peso ? Pues el aceite someterá de peso a las burbujas de aire terminándolas por romper. Así que en esta fase PRECAUCIÓN!!
Una vez lista nuestra harina de frutos secos y azúcar en polvo ( TANT POUR TANT ) es imperativo la tamización. Para ello cuando más fino sea nuestro colador, más fina será nuestra coquille. Yo uso uno muy fino, y me ayudo muchas veces con las yemas de los dedos al tamizado.
PRESECADO ANTES DEL HORNEADO O CROUTAGE ( COSTRADO )
Otra de las etapas que nos cuesta es entender porque se secan los macarons ligeramente antes de hornearlos. Cuando hayamos colocado nuestros macarons sobre la bandeja del horno ( con papel sulfurizado o tapete de horno ), debemos romper las burbujas grandes que puedan haber en el interior para evitar que éstas durante el horneado nos deformen las piezas. Para ello dejaríamos caer varias veces la bandeja sobre la mesa para romperlas. Realización del presecado. Esta etapa es crucial para que nuestros macarons no se nos abran por la parte de arriba. La coquille debe estar ligeramente seca, es normal, sino lo estuviera durante el horneado las burbujas de aire se escaparían por arriba, formando agujeros y dejando escapar el gas. Resultado unos macarons sin volumen y con apariencia de queso gruyère. El tiempo de presecado varía si es invierno o verano, si vivimos en una zona húmeda o zona seca. Por ello los tiempos pueden variar entre 30 minutos en verano en una zona seca a 1 hora en una zona más húmeda. No podemos excedernos tampoco con el secado pues lo que en principio resulta un beneficio podría tener el efecto contrario y nuestros macarons crecerían pero con un  pie muy alto y una coquille muy recta ( sin forma de semiesfera ). Es normal, si la coquille se ha quedado muy seca, el aire tiende a escaparse por los puntos de fuga mas tiernos, o sea por el pie. Resultado un pie muy alto, una coquille muy plana lo que tampoco es correcto
Por ello cuando tengamos nuestra bandeja lista, colocaremos los macarons en la zona mas templada y seca de nuestra casa. Para saber cual es el punto optimo de presecado, tan sólo basta tocar ligermanete con la yema de un dedo la coquille y si no se pega están listos para el horneado.
HORNEADO
Otra parte crítica en la elaboración de los macarons es el horneado. Mirad, cuando hablamos de horneado en esta elaboración, no nos referimos a hornear, sino a SECAR O TERMINAR DE DESHIDRATAR el macaron. Tenemos que tenerlo claro porque sino no entenderemos que es un merengue en sí. El horno es muy importante y debemos usarlo como un aparato para secar, exclusivamente. Cuando hacemos un merengue en el horno, solemos ponerlo a baja temperatura durante mucho tiempo ( 1 1/4 horas  a 1 1/2 horas ). Cuando hacemos los merengues secos, lo que hacemos es secarlos a unos 100ºC a 110ºC durante un tiempo muy largo. Pero ¿ Que ocurre dentro de nuestro merengue cuando los metemos en el horno ? Hay un fenómeno que se denominamos coalescencia. Este fenómeno hace que a medida que sube la temperatura, los gases que forman nuestras burbujitas de aire ( CO2, nitrógeno, etc ) aumente de tamaño, empiezan a expandirse, uniéndose unas burbujitas con otras formando otras de mayor tamaño. Es como cuando inflamos un globo, le metemos una fuente de calor y éste hace que los gases empiecen a extenderse por la diferencia de presión, haciendo aumentar el globo de volumen y terminando por flotar. Pues dentro del merengue pasaría lo mismo. Empezarían a crecer aumentándonos el volumen del macarons. Por otro lado dentro del horno, el vapor proveniente del liquido del merengue empezará a evaporarse generando el efecto sauna. Por ello es importante  abrir la puerta del horno unas cuantas veces para bajar la humedad relativa del horneado. Así obtendremos unos merengues secos y perfectos.
El tiempo de horneado de los macarons varían mucho, dependiendo de la temperatura que usemos para su deshidratación y del tamaño de la pieza. Si decidimos usar una temperatura baja ( 90ºC ), nuestro secado puede prolongarse hasta 60 minutos. Pero por el contrario si horneamos a 150ºC nuestro secado se puede prolongar unos 15 a 17 minutos. A más temperatura  corremos el riesgo de estropear el color del macarons, de quemarlo pero eso sí el secado será más corto. A mi personalmente me gusta hornearlos entre 145ºC a 150ªc durante unos 15 a 17 minutos ( depende del tamaño de la pieza ).
Sin embargo el encontrar el punto exacto es complicado. Si hemos hecho todas las piezas de igual tamaño y nuestro horno calienta por igual por cada rinconcito ( es importante que chequeéis el temperatura con un termómetro de vez en cuando ), pasado el tiempo suelo usar una pequeña espátula y pasarla por debajo de un macarons para ver si se despega ligeramente. No es al 100% efectivo pero vale de guía. Si se nos pega ligeramente al papel de horno les faltarán un par de minutos más. Lo importante es no pasarnos de horneado pues se nos secarán ( aunque a mi nunca me ha pasado ).
Y por último ¿ aire o resistencia arriba o abajo ? Mirad cada horno es un mundo y esto no vale de regla general. Yo he realizado macarons con aire y éste le ayuda a secarse pero también existe el riesgo que si el flujo de aire es muy fuerte los tumbe. Por otro lado cuando horneemos con aire debemos bajar unos grados para ajustarlo a la receta. A mi me gusta hornearlos sin aire con la resistencia arriba y abajo y la bandeja por debajo del centro de mi horno. No obstante cada horno es distinto y debéis hacer varias pruebas de temperatura.
Una vez los macarons estén secados, los sacaremos y despegaremos con cuidado cuando estén templados. Veréis que hay varias técnicas para enfriar la temperatura de la bandeja una vez sacada del horno ( pulverizar con agua por debajo del tapete de silicona sería una de ellas  ). Yo no lo hago y se despegan genial. Los colocamos en una rejilla y dejamos reposar un par de horas. Los macarons debemos dejarlos un día para que se asienten dentro de un túper y al día siguiente se rellenan
UN MACARONS PERFECTO ES AQUEL QUE TIENE UN PIE ACEPTABLE, UNA COQUILLE BRILLANTE Y ALGO ABOMBADA Y UN INTERIOR JUGOSO
Aunque hay muchos tecnicismos, la repostería es química y mucha física y es interesante saber que ocurre en cada elaboración. Así podremos entender que errores hemos cometido.
No busquéis la perfección a la hora de hacer este básico de pastelería. Solo la práctica os hará conseguir piezas cada vez más perfectas

El macaron en el diccionario enciclopédico de Albert Seigneurie, publicado en París en 1904.

El macaron en el diccionario enciclopédico de Albert Seigneurie, publicado en París en 1904.