lunes, 3 de febrero de 2020

Macarons (Macarrons) - Receta

Ingredientes:
  • 110 g de harina de almendras (o almendra molida)
  • 220 g de azúcar glas
  • 3 claras de huevo envejecidas (deben pasar al menos una noche a temperatura ambiente tapadas con papel film)
  • 30 g de azúcar 
  • colorantes en gel
Elaboración:
  • Tamizamos la harina de almendras junto con el azúcar glas, repetimos el proceso unas tres o cuatro veces, si tenemos robot de cocina con accesorio picador también podemos utilizarlo antes de tamizar (si lo utilizásemos, sólo tendríamos que tamizar una o dos veces). Reservamos.
  • Batimos las claras envejecidas a velocidad máxima (como he indicado en los ingredientes, para envejecer las claras hay que dejarlas fuera de la heladera durante toda la noche a temperatura ambiente en un bol tapado con papel film). Cuando empiece a salir espuma añadimos los 30 g de azúcar blanco.
  • Seguimos batiendo a velocidad máxima. Cuando estén a punto de montarse las claras le añadiremos el colorante en gel, la cantidad dependerá del tono que queramos conseguir, tener en cuenta que el color siempre bajará un poquito al hornear. Seguimos batiendo hasta que las claras estén montadas, lo sabremos porque se quedan dentro de las varillas y se forman unos piquitos al batir.
  • Ahora pasamos a uno de los puntos clave de nuestros macarons: el macaronage si no hacemos bien este paso podemos estropear nuestros macarons. Así que tomar nota: en el mismo cuenco añadimos la mitad de la mezcla de las almendras + azúcar glas y mezclamos con una espátula grande. Integramos con movimientos envolventes, veremos que las claras empezarán a bajarse. Cuando esté integrado (no hace falta que esté perfectamente integrado), añadimos la otra mitad y seguimos envolviendo nuestra mezcla. Apretamos con la espátula las paredes del bol para aplastar los grumos de almendra y seguimos envolviendo y envolviendo.
  • Foto de la Web

    Es en este momento en el que debemos tener sumo cuidado, no nos debemos pasar de mezclado pero tampoco debemos quedarnos cortos, es decir, si al coger un poco de mezcla con la espátula ésta cae como si formara una cinta, entonces está perfecto. Éste es el llamado punto de cinta. Es mejor quedarse un poco corto que pasarse de cinta. Si nos pasamos quedará una mezcla demasiado líquida y no saldrán los macarons.
  • Pasamos la mezcla a nuestra manga pastelera y formamos los famosos macarons. Es importante que tengan todos el mismo tamaño. entre uno y oro hay que dejar espacio porque luego la mezcla se expande.
  • Cuando ya los tenemos todos hechos le damos unos golpes por la parte de abajo para que las burbujas que se hayan formado salgan a la superficie.
  • Dejamos secar a temperatura ambiente hasta que la capa de arriba quede seca y lisa (no presionemos demasiado porque se romperán). El tiempo puede depender de muchísimos factores, en invierno por ejemplo pueden tardar hasta tres horas en secarse, en cambio un día de calor pueden tardar 20 minutos. 
  • Una vez esté seca la superficie encendemos el horno a 150ºC. Cuando esté caliente los ponemos en el centro del horno con calor arriba y abajo (mejor sin aire) y horneamos unos 13 minutos. A mitad de horneado abrimos la puerta del horno para dejar salir el vapor. Si ven que se tuestan por la parte de arriba demasiado entonces debemos bajar un poco la temperatura y viceversa. Los macarons deben tener un pie (es la parte esponjosa que aparece, éste sube durante el horneado y no debe bajar, cosa que a veces inevitablemente pasará mientras hagamos prácticas). Sabremos que los macarons están listos cuando la superficie esté endurecida y la base pueda despegarse.
  • Dejamos enfriar fuera del horno todavía en la bandeja y no los quitaremos hasta que no estén completamente fríos. Podemos rellenar con infinidad de recetas, mermeladas, dulce de leche, cremas, etc.
Los macarons deben tener un interior cremoso y esponjoso (no deben quedar huecos), el pie (parte esponjosa exterior) debe ser rugoso y estar bien formado. La concha o coquille (superficie) debe ser lisa firma y tener un aspecto satinado. Para llegar a conseguir un macaron perfecto deberemos practicar más de una, dos y tres veces esta receta de macarons.

Macarons (macarrón)

El macarrón (del francés macaron, y este a su vez del italiano maccarone) es un tipo de galleta tradicional francesa hecho de clara de huevo, almendra molida, azúcar glas y azúcar. De origen italiano, el dulce se dio a conocer en el siglo XVI, surgiendo del horno del pastelero de la corte francesa como cúpulas redondas con base plana, y en el siglo XIX se empezaron a unir de dos en dos con un relleno entre medio. Los macarons se hacen de una amplia variedad de sabores, según la confitería y la época del año.

Los macarons actuales son pastelitos hechos de dos galletas y una crema o ganache entre ambas, y no deben confundirse con los dulces de nombre parecido llamados macaroons, que son dulces densos hechos con almendra y clara de huevo o con una pasta de almendra gruesa.

El término 'macaron' o 'macarrón' deriva de la palabra italiana maccarone en el italiano de Sicilia, que en el siglo XV designaba una pasta seca en forma de bolitas, parecido al moghrabieh de Oriente Medio.

Antes del siglo XVI, el macaron se confunde con la forma maccarone, su antepasado lingüístico, que designaba diversos tipos de pasta seca cocida en un líquido. De ahí que a veces surja la dificultad de saber a qué producto se refieren las fuentes históricas. El macaron como pasta dulce hecha a base de almendra apareció en la Edad Media, diversificándose hasta alcanzar nuevas formas y nuevos sabores.

Oriundo de Italia, el macaron pasó a Francia en el Renacimiento, cuando la reina Catalina de Médici mandó ofrecer maccarone a los convites de la boda del duque de Joyeuse en París en 1581. Este habría llevado la receta al pueblo de Joyeuse, en el actual departamento francés de Ardèche, donde se sigue confeccionando bajo el nombre de «macaron de Joyeuse».

El macaron en el diccionario enciclopédico
de Albert Seigneurie, publicado en París en 1904.
Extraña que Nostradamus no hiciera mención del dulce en su Traité des Fardements et Confitures, publicado en 1552. Si bien lo cita el insigne Rabelais en su obra Le Quart Livre, publicado el mismo año, su origen sigue siendo un misterio.

Algunos textos recogen una receta parecida que se extendió con el nombre de ghouryeba o ghriba por la región de Marrakech en época del sultán almorávide Yusuf ibn Tašufin. La misma receta aparece en Siria en el siglo XV bajo el nombre de louzieh.

Al principio este dulce constaba de una única cara, y varias ciudades francesas pretenden que nació dentro de sus muros y múltiples leyendas se crearon alrededor de este dulce a base de almendra, azúcar y clara de huevo, crujiente por fuera y blando por dentro.

Algunos afirman que este ‘ombligo del monje’ (Larousse Gastronomique) fue creado en 791 en un convento cerca de Cormery, otros dicen que Catalina de Médicis lo llevó desde Italia. La primera receta de macaron figura en una obra que se remonta a principios del siglo XVII.

En el País Vasco francés, el macaron apareció en San Juan de Luz gracias a la iniciativa de un pastelero, Adam, que regaló algunos a Luis XIV por su boda en 1660. Desde entonces, los descendientes del pastelero perpetúan la tradición. En la misma época, los maestros cocineros de la familia Dalloyau, cuyos descendientes fundarían en 1802 la casa gastronómica del mismo nombre, sirvieron macarons a la realeza de la entonces gobernante casa de Borbón en la corte versallesca, hasta la Revolución Francesa.

En Lorena, el macaron apareció bajo los auspicios de las Señoras del Santo Sacramento, con una receta que se ha mantenido secreta desde el siglo XVIII. La receta de los macarons de Boulay, fiel a la receta original, surgió en 1854. Estos manjares se caracterizan por una costra crujiente y un interior cremoso.

En la década de 1830 los macarons ya se servían de dos en dos con un relleno de mermeladas, licores y especias. El macaron popular en la actualidad es el macaron Gerbert, creado en los años 1880 en el barrio parisino de Belleville. A continuación, se dio a conocer al público gracias a dos establecimientos: el salón de té Pons del Barrio Latino de París, que ya no existe, y la famosa casa Ladurée, que a partir de mediados del siglo XX les dio un tono pastel u otro para diferenciarlos en función de su sabor. El macaron tal y como se conoce en la actualidad fue inventado por esa misma pastelería, que también introdujo la noción de «macarons del tiempo» para referirse a aquellos que están a la venta durante tres meses.

El macaron se ha confundido con frecuencia con el mazapán, dulce de almendra que difiere del macaron actual y pasado tanto por las proporciones de sus ingredientes, como por su sabor y su forma.

Su forma actual azucarada y sabrosa poco tiene que ver con los macarons de Lorena, que saben a almendra y tienen una costra crujiente y un interior cremoso.

Hoy, los macarons franceses se exportan y se elaboran en todo el mundo: se encuentran en Nueva York, Berlín, Tokio, Londres y América Latina.

A finales de la década 2000, aparecen macarons cuyos rellenos tienen un olor diferente a la masa:8 de melocotón-rosa, lima-albahaca, praliné-yuzu, café-spekulatius, pera-naranja, etcétera.

Una variante del macaron llamada makoron, que sustituye el cacahuete molido por almendra molida y se condimenta al estilo de los wagashi (se elabora principalmente con mochi -pastel de arroz glutinoso-, anko -pasta endulzada de judías azuki- y fruta.), está ampliamente disponible en Sendai (Japón).

Luxemburgerli de frambuesa
La Confiserie Sprüngli de Zúrich, en Suiza, vende luxemburgerli, que es parecido al macaron pero algo más pequeño y esponjoso. Consiste en dos galletas a base de azúcar con un relleno de crema en el centro. La diferencia entre macaron y luxemburgerli es que este último es más ligero y tiene una consistencia más vaporosa. Cada galleta tiene unos 2,5 cm de diámetro.

Se fabrican de muchos sabores: vainilla, chocolate, stracciatella, caramelo, avellana, champán, amaretto, castaña, mocha, canela, limón, mandarina o frambuesa. Algunos de los sabores de fruta están disponibles solo en temporada. Se conservan unos 3–5 días solamente, y deben mantenerse refrigerados.

Los luxemburgerli fueron ‘inventados’ por la repostera Camille Studer, quien llevó la receta a Zúrich tras confeccionarlos originalmente en una confitería luxemburguesa (Confiserie Namur) en 1957. Allí fue refinada la receta para un concurso de confitería. El nombre procede del apodo que un colega puso a Studer, cuya familia era oriunda de Luxemburgo. El nombre original, Baiser de Mousse (‘beso de espuma’ en francés), no resultaba apropiado para la nueva creación y se denominó Gebäck des Luxemburgers (‘galleta de luxemburgueses’), que en dialecto germanosuizo acabó en luxemburgerli (‘pequeños luxemburgueses’).


Ingredientes
  • 135 g de azúcar glas
  • 135 g de almendras molidas
  • 100 g de claras de huevo
  • 135 g de azúcar en polvo
Preparación
  1. Muela y tamice las almendras y el azúcar glas en partes iguales (Tant Pour Tant, TPT).
  2. Batir la clara de huevo a velocidad media hasta que esté espumosa.
  3. Agregue el azúcar en tercios, batiendo hasta que se incorpore cada adición.
  4. Batir en alto hasta que el merengue alcance la etapa de pico rígido.
  5. Incorporar el "tant pour tant" en el merengue (tamizando).
  6. Con ayuda de una manga disponer redondelas sobre un papel pergamino en rondas de 1 pulgada (2,5 centimetros).
  7. Dejar reposar 1-2 horas.
  8. Hornee a 150C / 300F por 12min.
  9. Dejar enfriar antes de retirar del pergamino, emparejar macarons del mismo tamaño y rellenar (con, por ejemplo, ganache).